jueves, 22 de octubre de 2009

EMPATE EN CERO CON EL CANDOMBERO

El partido fue como la tarde. Triste y gris. El Pincha sigue sin poder ganar (ya quedó lejos aquel triunfo ante Morón) y ve como se le escapan los punteros. Hay que destacar también que las lesiones lo persiguen al equipo de Ruíz (hoy del equipo titular faltaron Bazán, Arce, Pansardi y Mazzulli (tiene para un mes). Y además extraña muchísimo a, quizás, su mejor jugador y goleador, Adrián Lamanna. Le esta costando mucho generar situaciones y las pocas que tiene, no las aprovecha. Del otro lado se veía a un San Telmo, al que parecía que el punto le cerraba, antes del inicio del partido. La visita casi no cruzó la mitad de la cancha y solo fue un zapatazo de Dizeo en el que Mendoza respondió como en toda la tarde: brillante. Lo mas claro del local fue en el segundo minuto de descuento, donde Zárate lo tuvo, pero su remate lo tapó Gambandé. En el reinicio, el técnico Gerardo Reinoso sacudió a San Telmo con los cambios (y seguro con algún reto). Ingresaron Perrone por Sever y Scornaienchi por Caldiero. Paró línea de tres y ganó en movilidad, sobretodo con Scornaienchi, que por la izquierda empezó a preocupar a un Estudiantes, que tenía la presion de ganar. El "Nano" Ruíz respondió con un planteo similar, parando línea de tres con el ingreso de Pansardi por Randulfe, pero el Pincha sigue careciendo de ese toque final, que le permita a los delanteros quedar de cara al arquero rival. Dizeo seguía teniendo su duelo personal con Mendoza, hoy ganado ampliamente por el arquero Pincha. Las tuvo de todo tipo. De media distancia, de tiro libre y la mas clara (en la mejor jugada del partido) a los treinta y cuatro minutos, tapándole un mano a mano, después de una gran asistencia de Perrone. Estudiantes respondió con un cabezazo de Martella, tras gran pase de Lillo y el centro de Yassogna, y cuando el partido se moría con un hermoso zurdazo de Chumba, que devolvió el travesaño de Gambandé. Hubiera sido injusto. San Telmo había sido mas y no merecía quedarse con las manos vacías. El silencio los despidió a los dos. El partido había sido pobre. Gris como la lluviosa tarde de Caseros.

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